[meme] Libros que dejan huella

El meme de esta semana me lo envía India y lo he hecho encantada, porque me da ocasión de hablar de mi vicio favorito: la lectura. Consiste en elegir libros que hayan sido importantes en tu vida. Como si me pusiera a elegir unos cuantos no sabría dónde parar para no hacer esta entrada kilométrica, voy a ceñirme sólo a uno.

Y el elegido es Malena es un nombre de tango, de Almudena Grandes; creo que es del que más ejemplares he regalado, a casi todas mis amigas y a algún amigo. Este libro recorre más de veinte años de la vida de su protagonista y tantas, tantas situaciones que no es difícil identificarse con muchas de ellas. Y ya que el meme va de dejar huella, aquí van los fragmentos con los que en un momento u otro de mi vida me he sentido más identificada:

Todas las mujeres no son iguales. Hay tías para follar y tías para enamorarse, y yo... Bueno, me he dado cuenta de que a mí ya no me interesa lo que tú me puedes dar, así que...

[...] y mis ojos sonreían, se clavaban en su nuca y le llamaban, le ordenaban que volviera la cabeza y él sorprendentemente obedecía, se volvía y me miraba, contemplaba el deslumbrante espectáculo que era yo, y que al mismo tiempo me era ajeno, porque mi cuerpo ya había elegido por mí. Y cuando se dio la vuelta para encarar la puerta, sentí que cada una de mis vísceras saltaba salvajemente hacia arriba y no volvía a bajar, sino que se quedaba allí, presionando contra el diafragma para permitir que una atroz cámara de vacío llenara el espacio libre entre mis costillas.

Y no tengas miedo, porque tampoco va a pasar nada. Nunca pasa nada [...] Mírame, Malena, y escúchame. He vivido casi medio siglo, he pasado por tragos mucho peores, y he aprendido que sólo cuentan dos cosas. Una, y esto es lo más importante, que nadie te va a poder quitar en tu vida lo que has bailado ya. Y dos, que a pesar de las apariencias, no pasa nada. Nadie mata a nadie, nadie se suicida, nadie se muere de pena y nadie llora más de tres días seguidos. A las dos semanas todos vuelven a engordar y a comer con apetito, te lo digo en serio. Si no fuera así, la vida se habría extinguido en este planeta hace varios milenios.

Eres muy joven, Malena, demasiado joven, por muy gordo que sea el disgusto que te acabas de llevar, y aunque tú creas que lo sabes todo. Cuando tengas mi edad, lo comprenderás. Hay mucha gente que no es feliz nunca en su vida, ¿sabes?, a tu edad no lo podéis creer, habría suicidios masivos si cada uno pudiera mirar su futuro por un agujerito, pero hay mucha gente que no tiene suerte nunca, nunca, ni siquera en las cosas mas estúpidas [...] Yo, a pesar de todo, no soy como esa gente, yo tuve suerte y si mi caída fue tan brutal, si me hice tanto daño, fue porque cuando me estrellé contra el suelo venía desde muy arriba. De muy, muy arriba.

Y de propina, mi fragmento favorito:

Lo bueno es lo de dentro, me decía con una sonrisa mientras yo la miraba, mi boca codiciosa segregando de antemano un turbio mar de saliva. Siempre me ha gustado lo de dentro, los sabores más dulces y los más salados, los fuegos artificiales y las noches sin luna, las historias de miedo y las películas de amor, las palabras sonoras y las ideas antiguas. Aspiro solamente a milagros pequeños, ordinarios, como ciertos postres de pueblo, y prefiero la mermelada de fresa, como la mayor parte de la gente que conozco, pero hace muy poco tiempo que descubrí que no soy vulgar por eso. Me ha llevado toda la vida aprender que la distinción no se encuentra en la amarga fibra de las naranjas.

Y como cuando hablo de libros que me gustan me emociono, hasta se me había olvidado enviárselo a nadie! Pero no os librais: va para Noa, Lucía y Gacela por ser las primeras en comentar, hala!

P.S.: Ni se os ocurra ver la película! Es un árbol sin hojas. Una de las cosas que más me gustan de este libro es lo bien que refleja las ideas y sentimientos de la protagonista y esto se pierde totalmente en la pantalla. Lo prometo, un último fragmento: esto es lo que le pasa por la cabeza a Malena cuando con 16 años su novio le enseña un condón:

DiosmíoDiosmíoDiosmíoDiosmío, pensé, DiosmíoDiosmíoDiosmío, y mis manos empezaron a sudar, DiosmíoDiosmío, y mis piernas empezaron a temblar, Diosmío, y vi la cara de mi madre, Dios mío, recortándose contra el sol, con una sonrisa de dulcísimo amor que habría hecho llorar a una piedra. Pero al mismo tiempo mis oídos se rindieron a atronador galope de un caballo lejano, que se acercaba deprisa, y presentí que no hallaría ninguna banqueta donde enganchar mis pies para impedir que saliera corriendo hacia él...